Por: Pablo León Alcaide
A hierro mojado me huelen tus dedos,
será de borrar con el simple roce de tus manos
las cadenas que me mantenían preso,
será de quebrar esta jaula de ser humano
y llevarme un poco más alto, un poco más lejos.
A café intenso me huelen todos los poros,
quizás interrumpimos nuestra merienda
y te perdiste entre mi piel a medio sorbo,
quizás mi cuerpo gastándote una tetera
para que acudas como el rebaño hacia los lobos.
A un otoño lleno de hojas doradas, tu pelo,
como perdido en un bosque de cabellos marrones
adornado de briznas áureas queriendo tocar el cielo,
como el verano queriendo usurpar estaciones,
y abrazado a tu melena, contigo amor, me quedo.
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