Por: Héctor Cediel
Qué absurdos son los conflictos, cuando se engendran con odio, los sueños de los hermanos. Qué doloroso y qué secuelas más sanguinolentas se tatúan, cuando hablamos de la toma de espacios a la fuerza. Las noticias me producen vómito. No entiendo, como solo escucho rebuznar, a los que piensan que es el caos de la desinformación. Se lucha por los intereses de un pueblo que siempre tiene que huir desplazado. El ocaso reemplazó al Sol de la vida, al Sol de los enamorados, al Sol de los eclipses románticos. El campo hiede, como cualquier campo de batalla. La aristocracia mutó en convenciones de chacales, en bestias con pezuñas y con una hambruna, murte rapiñera. Los combates se ganan, sacrificando jóvenes ilusos, inocentes de parte y parte. Los cerdos jamás pensaron ni pensarán en un acuerdo limpio y justo. Ambos viven convencidos de estar ganando esta guerra; ninguno ve todo el terreno perdido ni cuantas páginas blancas escritas con negras historias. Cayó el muro y algunas doctrinas obsoletas, pero aquí aparece como si nunca se hubiesen conocido, esas noticias. El dinosaurio del Caribe se muere de nostalgia. Hoy escribo en la oscuridad añorando la luz del alba…Y tus besos…Y tu sexo… ¡Para huir del infierno!
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