Por: Rafael Azgra
Cuenta la leyenda que una vez hubo un niño que amaba tanto a su mascota que jamás se separaba de ella. No se sabe qué especie de animal era, pero al fin y al cabo no importaba. Era la mejor amiga del niño.
Un día cayó enferma y el niño no quiso separarse de ella tampoco. No comía, no iba a la escuela, no dormía… Excepto una vez. Sólo una vez en la que apenas cabeceó 10 minutos. Su fiel amiga, forzando su corazón para que siguiese latiendo para que el niño no viese el final, exhaló su ultimo suspiro.
Pero su historia no acaba ahí, sino no sería una leyenda. Cuentan que los espíritus ancianos que moran en la tierra para cuidar de sus descendientes oyeron llorar al niño. Era tal el lazo de amistad que había conseguido forjar aquella pequeña mascota con él que quisieron premiar a todos aquellos que dedican su vida a sus amigos humanos. Les permitieron quedarse a su alrededor, pues los humanos son muy despistados, y así, al llegar su momento, les guiarían al lugar donde los amos son felices con sus mascotas para siempre. Y así será hasta el fin de los tiempos, pues la amistad de verdad es eterna.

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